Fragmento de Protágoras de Platón


“…los que llevan las enseñanzas por las ciudades, vendiéndolas y traficando con ellas, ante quien siempre está dispuesto a comprar, alaban todo lo que venden. Mas, probablemente, algunos de éstos, querido amigo, desconocen qué, de lo que venden, es provechoso o perjudicial para el alma; y lo mismo cabe decir de los que les compran, a no ser que alguno sea también, por casualidad, médico del alma. Por lo tanto, si eres entendido en cuál de estas mercancías es provechosa y cuál perjudicial, puedes ir seguro a comprar las enseñanzas a Protágoras o a cualquier otro.

Pero si no, procura, mi buen amigo, no arriesgar ni poner en peligro lo más preciado, pues mucho mayor riesgo se corre en la compra de enseñanzas que en la de alimentos. Porque quien compra comida o bebida al traficante o al comerciante puede transportar esto en otros recipientes y, depositándolo en casa, antes de proceder a beberlo o comerlo, puede llamar a un entendido para pedirle consejo sobre lo que es comestible o potable y lo que no, y en qué cantidad y cuándo; de modo que no se corre gran riesgo en la compra. Pero las enseñanzas no se pueden transportar en otro recipiente, sino que, una vez pagado su precio, necesariamente, el que adquiere una enseñanza marcha ya, llevándola en su propia alma, dañado o beneficiado.”




martes, 7 de mayo de 2013

La pesca las manjubas y otros peces







Yo también pescaba en la playa de Recife, donde vivía.

Un día mi tío llamó a mi padre para ir a pescar con él y mi primo Flavio. Mi padre me llamó y yo acepté. Bueno, no empecé muy bien el día porque me despertó a las cuatro de la mañana. Me levanté medio dormido y me preparé, cogí las cañas y nos dirigimos a la casa de mi tío. Fuimos en una barca, sorteando el arrecife,  hasta mar abierto. Allí nos pusimos a pescar. Mi padre me preparó los aparejos y lanzó el anzuelo. Después de un buen rato conseguí el primer pez, me costó trabajo sacarlo porque tenía fuerza. Después saqué otro más y el tercero, que era enorme acabó sacándolo mi padre. Era un pez vela enorme y muy fuerte por lo que yo, después de varios minutos, me agoté.

Volvimos hambrientos a casa, los cocinamos y los comimos.

En la playa de Recife pescaba con mis amigos manjubas. Se trata de unos peces pequeños que aparecen en el mes de enero y mis amigos y yo los pescábamos con una red.


Michel Lucas IES Rey Pelayo. 


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